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Los agricultores franceses siguen pie de guerra. En los últimos meses, el vino ha sido uno de los principales objetivos de la ira (dialécticos y físicos o materiales) del sector agrícola francesa.
Los hechos
Si habéis estado atentos a las noticias en estos últimos meses, seguro que habéis visto escenas lamentables en las que se producía graves conflictos y altercados con el vino español. Particularmente, las noticias más sonadas han sido dos:
- En julio se incendia una bodega cerca de la localidad francesa de Nerbona. Parece ser que dicha bodega importa vino español y lo “reconvierte” en el mercado en vino francés que se vende a granel.
- El 3 de agosto, cerca de Monteplier se abren los grifos de un camión que transportaba vino en las cisternas.
Estos dos hechos no son hechos aislados y son ya años los que llevamos siendo testigos de acciones y actos violentos orientados a hacer daño a los productos agrícolas y ganaderos españoles. El hecho de que queramos destacar estos dos hechos es la incredulidad que nos produce un factor común: la reivindicación de los actos vandálicos.
Aportando un claro juicio de valor, nos gustaría expresar un sentimiento de sorpresa al ver cómo la reivindicación de actos de este tipo ha pasado a ser una bandera que aporta un sentimiento de orgullo en una sociedad en teoría desarrollada y civilizada. Es difícil encontrar una explicación al cómo entender que actos de este tipo con agentes y actores tan bien localizados y ante conflictos muy marcados y definidos, sigan sin tener una solución que no sea la violenta en la que sin lugar a duda, pierden todos.
Las acusaciones de los franceses
La mayoría de los franceses tiene claro su problema: el vino español y la forma de comercializar el vino en España y desde España. Las acusaciones son muy claras:
- Se acusa a algunas bodegas francesas de comprar vino español para luego “transformarlo” en vino francés y comercializarlo como tal. Digámoslo de una manera sencilla: falsificar el vino francés.
- Se denuncia que los precios de los vinos españoles es muy bajo y los vinos franceses no pueden competir con los mismos. Es por decirlo de forma general una especie denuncia alegando competencia desleal.
- Se denuncia la existencia de etiquetas fraudulentas que confunden o tratan de engañar al consumidor y no aseguran la trazabilidad del vino.
- Se acusa directamente la laxitud de la legislación española. Siendo ésta el motivo por el cual el vino español puede comercializarse con precios tan baratos y precipitando la situación precaria de muchos viticultores y agricultores en general.
De todas estas acusaciones, parece que la del precio es el motivo más preocupante o de mayor queja y disputas. Y los datos apoyan la situación del sector y la explosión del conflicto ya que entre el año 2000 y el 2015 los vinos españoles han pasado de ser el 20% de las importaciones de vino francesas a más del 70%, el litro de vino sin embotellar ha decrecido de 0,55€ en 2013 a 0,32 € en 2015 y por si fueran poco relevantes estos datos, el precio del hectolitro de vino español se sitúa en 30€ y 40 € y el del vino francés en 70 € y 80 €. ¿Existe un problema? Evidentemente, sí. ¿Justifica esto los actos vandálicos y violentos? Evidentemente, no.
La solución
La solución no parece nada fácil (sobre todo en el tema del precio) y el estado de crispación de los franceses no beneficia. Lo que sí parece claro es que hay dos niveles de competencia que deben tomar cartas en el asunto (y pronto):
- Bruselas. Parece que todo tipo de conflicto esconde tras de sí la palabra clave “Bruselas” pero la verdad que las competencias que asume la Unión Europea son claves a la hora de calmar y poner fin a esta situación tan desagradable.
- Los gobiernos de Francia y España. El conflicto ya ha llegado al Ministerio de Agricultura francés mediante una carta del senador socialista y viticultor Henri Cabanel. Por otra parte, la consejería de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de la Embajada española en París ya ha dado su firme opinión para solucionar el conflicto y negar el comportamiento de competencia desleal por parte del vino español frente al de los franceses.
Mediante un buen análisis de la situación, la coordinación del gobierno francés y español y los estamentos competentes en la materia de la Unión Europea deberían dar luz a las soluciones pertinentes para evitar el conflicto. No obstante, unificar criterios y establecer las bases de competencia en el sector promete esfuerzo, dedicación y voluntad negociadora ya que si no, estamos abocados a nuevas disputas y episodios de violencia.
¿Qué opináis vosotros?
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