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Los tipos de vinos se corresponden a la edad de las personas ¿realidad o cuento chino?
Si no eres un experto en vinos pero eres un gran aficionado y te encanta disfrutar de este mundo, es posible que alguna vez hayas oído (o te hayan explicado) que para empezar a diferenciar los tipos de vinos puedes asociar algunas características a la edad de las personas.
La verdad que es muy buen punto de partida pero hemos de decirte que querer aprender de vino y crecer como wine lover bajo estos patrones no es del todo correcto porque te dejas detrás del concepto un montón de variables que tumban la teoría. No obstante, en el blog de hoy no vamos a ser demasiado “pejigueros” y si eres de los que estás comenzando, estas referencias te van a venir genial.
Las clasificaciones de los vinos
Los vinos los podemos clasificar en función de diferentes variables. La mejor forma de conocer las clasificaciones más populares es acceder a cualquier tienda de vino online y echar un vistazo a su buscador de vinos. En ellos observaremos que las principales variables vinícolas que se tienen en cuenta son el tipo de vino (joven, roble, crianza, reserva o gran reserva), clase de vino (tinto, blanco, rosado…), variedad de uva (tempranillo,graciano,mazuelo, malbec,mencia, viura, malvasía, verdejo, albariño…), añada…
Como puedes observar, las opciones en los buscadores son múltiples pero en realidad las variables son infinitas. Son tan infinitas que cada uno podría realizar su propia clasificación atendiendo a cualquiera de las propiedades organolépticas. ¿Quién te prohíbe realizar una clasificación de vinos en función de su nivel de acidez porque para ti el elemento diferenciador de un vino es la acidez del mismo? Y ¿por qué no
establecer un índice de frutalidad o astringencia o aromas herbáceos o grado de consistencia del vino…? Las opciones son infinitas pero como es normal, se debe atender a patrones que engloben variables grandes con un alto índice de aceptación entre los expertos y amantes del vino.
Los tipos de vino como variable
Una de las variables y clasificaciones aceptadas por todos es la clasificación por tipos de vinos en vino joven o de año, vino crianza, vino reserva y vino gran reserva. Si somos un poco más incisivos, añadiríamos la crianza corta, roble o semi-crianza (tipo de vino que cada vez gana más adeptos) de los Consejos Reguladores de algunas Denominaciones de Origen como por ejemplo D.O.Ribera del Duero.
Esta variable es el punto de partida de la idea central de la entrada de hoy y es que cuando se aplica la “Teoría del Vino y Edad de las Personas” (sí, nos acabamos de inventar el nombre) los tipos de vino son la referencia para desarrollarla.
La “Teoría del Vino y Edad de las Personas”
Esta teoría nos pone todo muy fácil para entender y aprender a diferenciar si estamos ante un vino joven, un semi-crianza, un crianza, un reserva o un vino gran reserva. Todo parte de la asociación de la edad de las personas y sus características con los tipos de vino. Es decir, se extrapolan rasgos genéricos de las personas a ciertas edades con las características de los diferentes tipos de vino.
Vamos al grano, ¿de verdad se pueden obtener rasgos comunes? Pues la verdad es que sí. Sin embargo, a pesar de que insistimos en que es un buen patrón para comenzar a diferenciar y conocer la generalidad de los vinos, advertimos que no es conveniente quedarse sólo con esta idea.
¿Qué características corresponden a cada tipo de vino?
- De los 18 a los 25 años las personas tenemos rasgos de vinos jóvenes. Estos vinos (en muchos casos) destacan por la intensidad frutal, la ligereza, la “chispa”, el dinamismo, la inestabilidad agradable, la acidez, frescura… Acostumbran a ser vinos osados que maridan a la perfección con multitud de platos (pastas, arroces, verduras, carnes blancas…), son perfectos para tomar cuando estas alternando porque acostumbran a “beberse bien” o con poco esfuerzo. ¿Te suena de algo? Pues sí, hasta los 25 años, por lo general, una persona se encuentra en una época en la que se come el mundo y nada ni nadie le detiene. Estamos frescos, el cuerpo aguanta, nos sentimos ligeros para afrontar cualquier reto, somos dinámicos y a medida que pasen los años nos daremos cuenta de que vivíamos en un desequilibrio dentro de nuestro equilibrio. La belleza de la juventud física y mental nos ampara.
- De los 25 a los 33 años las personas hemos pasado esa fase de eterna juventud. Nuestra cabeza comienza a asentarse despacio y empezamos a conocer lo que son realmente las responsabilidades y los problemas más allá de una asignatura que se atraganta o una discusión de fiesta con un amigo. Esta fase se corresponde con los vinos semi-crianza. Tenemos todavía esa frescura de juventud casi intacta pero empezamos a adquirir ciertos matices de esos cuantos meses en barrica. La fruta sigue siendo gran protagonista pero apaga ese ímpetu típico de los vinos jóvenes. Seguimos siendo osados y vivos pero la gama de responsabilidades e inquietudes se amplia poco a poco para dotar de otras cualidades nuestras vidas.
- De los 33 a los 50 o 55 años somos un crianza en toda regla. Las personas a esta edad somos adultos de pleno derecho. Se supone que la vida se vuelve más compleja, convulsa y aparecen(o ya llevan con nosotros un buen tiempo) variables importantes como parejas estables, responsabilidad en el trabajo, ascendencias familiares, hipotecas…En definitiva, aparecen un montón de matices y variables que determinan nuestro carácter y forma de ser. Los vinos crianzas son así. Vinos llenos de matices, vinos complejos que buscan el equilibrio perfecto para integrar la madera y evolucionarla de la forma adecuada, vinos que para bien o para mal tienen una estructura que han ido construyendo y construyen. Vinos que empiezan a destacar por tener cierto cuerpo y carnosidad o redondez que los vinos jóvenes no tienen. Estamos en una fase en la que la complejidad forma parte de nosotros.Los que son capaces de convertir esa complejidad en una forma de vida saludable serán grandes crianzas, los que por lo contrario no sean capaces de encontrar el equilibrio serán crianzas con defectos.
- De los 55 a los 70 años tenemos detrás grandes batallas. Somos experimentados, estamos asentados, tenemos una vida ordenada y equilibrada (por lo general), nuestro carácter y frescura de juventud se va apagando o se ha apagado para ser sustituido por la atracción de la calma. Somos vinos reservas. Estamos asentados y hemos sustituido la gracia de la ligereza y dinamismo inicial por el amor por lo selecto y hasta cierto grado, lo sibarita. Como se suele decir, estamos pasados de vueltas de muchos aspectos y nos preocupa lo realmente importante. Somos personas totalmente maduras que sabemos lo que queremos y necesitamos. Estamos hechos y surgen nuevos aromas y matices incapaces de ser encontrados en crianzas o vinos jóvenes. No nos gusta cualquier plan, estamos marcados por nuestras vivencias y somos perfectos para maridar con ciertas actividades pero hay otras que directamente ni nos las planteamos.
- De los 70 años en adelante somos la voz de la experiencia. Llegar llega mucha gente pero hay que saber llegar en condiciones y aquí es donde aparecen los grandes reservas. Las personas que son capaces de llegar de forma saludable física y mentalmente, son este tipo de vinos. Vinos potentes, vinos de las mejores añadas, vinos elaborados con uvas de gran calidad o las mejores uvas, vinos equilibrados, vinos llenos de matices ahumados, cueros, hierbas balsámicas, vinos que para consumirlos hay que despertarlos del letargo mágico que les ha hecho evolucionar durante tantos años, vinos que no admiten cualquier consumo ni maridaje, vinos muy selectos de reflejos anaranjados… Personas con una mente muy sana y capaces de decirle al mundo que no se olvide de ellos que tienen un largo recorrido por delante.Muchas personas llegan a estas edades pero no todas son vinos gran reserva.
Como resumen de esta teoría, podemos decir que las principales variables son la frescura o frutalidad del vino y la complejidad aromática del mismo. Los vinos cuanto menos contacto con la barrica tengan más frutalidad van a proporcionar porque van a primar los aromas primarios y secundarios y menos complejidad aromática van a tener. Sin embargo, en el momento en que un vino tenga crianza en barrica la frescura del vino acostumbra a disminuir y más complejo se vuelve aromáticamente (se abre un sinfín de posibilidades). Así, la frutalidad se asocia con edades tempranas de las personas y comportamientos «jóvenes» y la experiencia o edad avanzada se valora como mayor grado de complejidad aromática.
Curiosa relación, ¿no crees? Pues cuidado porque como te hemos dicho antes, es una aproximación que hay que coger con cuidado y saberla interpretar de forma adecuada.
Un apunte
Recuerda que en la valoración de los vinos entran multitud de factores y variables a tener en cuenta. Por ejemplo, es posible que lo que por unas propiedades pueda parecerte un crianza , sea un reserva y resulta que es una variedad de uva con propiedades muy particulares que ha seguido unos patrones de elaboración diferentes o la barrica en la que se ha criado era de un año u otro o un tipo de madera u otro o la evolución en la botella ha sido diferente por diferentes motivos…Como ves, un mundo del que es necesario aprender, equivocarse (te recomendamos que asistas a alguna cata a ciegas o busques algún vídeo de catas a ciegas en internet y veas a expertos acertar muy pocas referencias) y sobre todo, disfrutar como te dijimos en los 10 consejos para evolucionar como wine lover.
¿Qué te parece la “Teoría del Vino y Edad de las Personas” para distinguir los tipos de vinos?
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