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Director de cine y guionista. Federico Fellini y el vino no eran dos desconocidos. En absoluto.
Hablar de Federico Fellini es reconocer la trayectoria de uno de los personajes más importantes y reconocidos del mundo del cine. Con 4 premios Óscar y 1 premio Óscar honorífico, Fellini paseó por el mundo la calidad de un cine en el que plasma su trayectoria personal.
Comenzando su andadura más cerca de otro tipo de artes gráficas, Fellini supo llegar a una época de madurez en la que supo mezclar a la perfección sus tintes satíricos con los melancólicos. Su musa, la actriz y mujer Giulietta Masinna, conformó un estilo de vida pasional que atrajo amores y críticas en partes iguales. Su carrusel de emociones traducidas en cine y guiones sublimes, se plasma en una celebridad que es capaz de definirse como «un artesano que no tiene nada que decir, pero sabe cómo decirlo».
La carrera de Federico Fellini fue desvaneciéndose agónicamente ante el cambio social y tecnológico que se iba produciendo en los años 70. Su falta de adaptación a los cambios, según muchos por pasividad y orgullo, le hizo difuminarse junto a su cine.
Centrándonos en Federico Fellini y el vino, tal y como decimos al principio, no fueron dos desconocidos. Federico Fellini y el vino tuvieron una relación de admiración y disfrute que no ocultaba en sus actos sociales y mucho menos en sus películas. Una de sus frases célebres con respecto al vino fue:
» Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador «
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